San Gregorio de Polanco

La región de San Gregorio de Polanco y alrededores es uno de los sitios más ricos en hallazgos paleoindios en Uruguay. Excavaciones del arqueólogo Hugo Nami (desde 2000) revelaron artefactos como puntas “colas de pescado” o “Fell”, talladas en piedra y usadas para caza. Datadas en ~11.000–13.000 años, evidencian bandas de cazadores-recolectores del final del Pleistoceno e inicio del Holoceno.

Hay piezas intactas, fracturadas por impacto, desgastadas por uso y reactivadas, además de litos discoidales (cilíndricos, función desconocida, algunos con grabados cruciformes). Estos hallazgos sitúan la zona en el mapa de las migraciones paleoindias en Sudamérica, con ocupaciones humanas de al menos 11.000 años.

Antes de la conquista, el área estaba habitada por pueblos indígenas (posiblemente charrúas u otros), asentados junto al angosto y tortuoso “Hum”, hoy Río Negro, vado natural frecuentado para cruzar entre norte y sur del país.

El área era conocida como “Paso de Polanco”, por Andrés de Polanco, comerciante de cueros que tenía un depósito junto al vado. Fue el paso más utilizado en las rutas norte-sur porque el Río Negro era entonces un “fino hilo de agua” fácil de cruzar.

El 16 de noviembre de 1853, el general José Gregorio Suárez (“Goyo Suárez”, “el Geta/Jeta”), autorizado por el presidente Juan Francisco Giró, fundó oficialmente la población. Suárez y el estanciero Juan Cardozo donaron tierras; se entregaron solares a viudas e hijos de combatientes de la Guerra Grande (1836–1851).

Inicialmente “San Gregorio del Río Negro”, el nombre honraba al fundador con alusión católica española (“San”) y añadía “de Polanco” por el paraje. En pocos años fue centro de servicios para la zona ganadera, con navegación fluvial intensa hacia Paso de los Toros y Mercedes. En 1870 arribaron ~20 familias italianas (agricultura) y en 1878 el nombre quedó como “San Gregorio de Polanco”.

A inicios del siglo XX se asentaron familias sirio‑libanesas orientadas al comercio. En los años 1930 llegaron inmigrantes españoles dedicados a la pesca. La economía combinaba el campo, empleos públicos, pesca artesanal (60–70 familias) y comercio local.

Se estableció el Museo Histórico Casa Muga (MUHCAM), antiguo almacén de ramos generales de la familia Muga, que hoy conserva más de 400 piezas arqueológicas y documentales recolectadas por Segundo Ademar “Pocho” Muga Prieto.

En los 1940 se construyó la represa “Dr. Gabriel Terra” en Rincón del Bonete, primera central hidroeléctrica del país. En 1945 el embalse inundó el pueblo original y zonas bajas, transformando el paisaje: el angosto Hum devino lago de ~120.000 ha, aguas azules, arenas blancas y una península ideal para turismo. Familias (como la de Rubén Laguna, el “Trovador”) debieron reubicarse.

En 1959 otra inundación afectó áreas restantes, dejando vestigios sumergidos (cimientos, troncos, partes de la iglesia), visibles cuando baja el nivel del agua. La economía giró de lo rural al potencial turístico, aunque al principio el turismo fue escaso.

En 1963 fue declarada villa; en 1995 ascendió a ciudad, más por desarrollo turístico que por población. Demografía: 6.004 (1908), 2.489 (1963), 2.877 (1975), 2.856 (1985), 3.101 (1996), 3.673 (2004).

El 10 de abril de 1993, la comisión Amigos del Arte y la Cultura impulsó la primera “pintada” de murales (inspirados en Escariche, España). Artistas como Dumas Oroño, Tola Invernizzi, Clever Lara, Gustavo Alamón, Felipe Ehrenberg, Tomás Blezio y Augusto Esolk crearon más de 70 obras con estilos variados.

San Gregorio se convirtió en el primer museo abierto de artes visuales de América Latina, avalado por el MEC. En 1996 una segunda pintada amplió la colección, hoy con más de 100 murales (renovados cada 5 años), esculturas y códigos QR. En 2013, por el 20º aniversario, se pintó la “Alfombra Integradora” de 150 m en la calle principal, en homenaje a Julio Uruguay Alpuy.

Este hito detonó un boom turístico: en verano la población se triplica (15.000–18.000 visitantes en las primeras semanas de enero), atrayendo inversión en hoteles, cabañas y campings. Las playas (20 km, Bandera Azul) permiten deportes náuticos, pesca (pejerrey, bagre, tararira) y avistamiento de fauna. Otros atractivos: Museo de las Bochas (fósiles de 300–400 millones de años, de Juan Manuel Méndez), balsa gratuita “Puerto Romero” hacia Durazno y festivales musicales/folclóricos.

La pesca artesanal persiste (unas 20 familias) y desde 2009 opera la planta de esturiones Estuario del Plata, productora de caviar (idea de Jevgenijs Mjasiscevs).

Hoy, San Gregorio es un polo turístico en crecimiento, con atención a impactos ambientales como el megaproyecto UPM 2. La economía combina turismo, pesca, agricultura y exportaciones como caviar. La comunidad valora su calma y memoria viva, con figuras como Manduca (sobreviviente de inundaciones) o Rubén Laguna, quien recorre el río cantando su historia.

En 2024 destaca por sus murales, playas y patrimonio cultural, atrayendo visitantes todo el año.